En la cena romántica, en el bar con los amigos o en la comida familiar, el vino está presente. Además del placer que ofrece a nuestro paladar, esta bebida, diferente de las demás bebidas alcohólicas, puede ofrecer innúmeros beneficios a nuestrasalud, desde que consumido con moderación, claro está.
Todo el mundo relaciona los beneficios del vino con su poder antioxidante proporcionados por los polifenoles y flavonoides de su composición. Pero más allá de ello, el vino también cuenta con propiedades capaces de favorecer la dieta, proteger el corazón, reducir el riesgo de cáncer, aumentar la libido y frenar el envejecimiento precoz.
Según estudios realizados por la Universidad Harvard de los Estados Unidos, el consumo de aceite y vino, productos con propiedades antioxidantes, es capaz de reducir hasta 24% el riesgo de desarrollar cáncer.
El vino también cuenta con poder afrodisiaco, probado científicamente por la Universidad de Florencia en Italia. La bebida activa el deseo sexual femenino, siempre y cuando es consumido moderadamente, 1-2 copas. La ingestión de vino en grandes cantidades tiene efecto contrario, reduce el apetito sexual.
En las dietas para perder peso, una de las reglas principales es evitar el consumo de bebidas alcohólicas. Sin embargo, tomar dosis de vino moderadas no compromete el aumento de peso y es más aconsejable que permanecer periodos sin la bebida y después tomar una botella entera. El vino es relativamente calórico, no te engañes, una copa tiene 67 kilos, así que lo mejor es disfrutar con moderación.
El vino también tiene capacidad anestésica, alivia los dolores, sobre todo en los pacientes victimas de artritis. El vino también mejora la actividad del cerebro, así como el chocolate y el té.
Una buena fórmula para activar el cerebro es comer un plato que tenga un pescado rico en Omega 3, beber una copa de vino durante la comida, un trocito pequeño de chocolate amargo de postre y un té verde antes de levantar de la mesa.