Un medicamento para el asma acelera el proceso de desensibilización de pacientes con alergias alimenticias para varios alimentos al mismo tiempo, según concluye un nuevo estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y el Hospital de Niños Lucile Packard de Stanford, en California, Estados Unidos.
Los hallazgos llegan poco después de que un estudio reciente realizado por el mismo equipo demostrara que las personas con múltiples alergias a los alimentos pueden ser insensibilizadas a varios alimentos a la vez. Los dos trabajos, ambos en fase 1 de pruebas de seguridad, proporcionan la primera evidencia científica de que un nuevo método prometedor para el tratamiento de múltiples alergias a los alimentos funciona.
Los pacientes que tomaron el medicamento para el asma omalizumab, comercializado como ‘Xolair’ por Novartis, se hicieron insensibles a múltiples alérgenos alimentarios un tiempo medio de 18 semanas, mientras los que no tomaron el fármaco se insensibilizaron en un plazo medio de 85 semanas, señalan los investigadores, cuyos hallazgos se publican en la edición digital de este viernes de ‘Allergy, Asthma & Clinical Immunology’.
En la inmunoterapia oral, el método de desensibilización utilizado en ambos estudios, los pacientes alérgicos acumularon tolerancia a un alimento mediante la ingestión minúscula, aumentando gradualmente las dosis de consumo bajo supervisión de un médico en un hospital. Con el tiempo, el cuerpo deja de reaccionar y el paciente es capaz de tomar la comida de manera segura.
Varios investigadores han demostrado que esta terapia funciona con un solo alérgeno alimentario, pero no había sido probada en varios alérgenos alimentarios a la vez. El equipo de Stanford probó la nueva técnica porque casi cuatro millones de estadounidenses son alérgicos a más de un alimento.
«Los padres se acercaban y me decían cosas como que era muy positivo que desensibilizara a los niños de las alergias al cacahuete o a la leche, pero que su hija era alérgica al trigo, los anacardos, los huevos y las almendras», afirma la autora principal del estudio, Kari Nadeau, profesora asociada de Pediatría en la Facultad de Medicina e inmunóloga clínica del Hospital de Stanford y el Hospital de Niños Lucile Packard.
Las opciones de los pacientes para hacer frente a las alergias alimentarias son limitadas. Los médicos les aconsejan evitar los desencadenantes de alergias y llevar consigo epinefrina inyectable en todo momento porque corren un riesgo constante de shock anafiláctico por consumo accidental.
Por otra parte, la inmunoterapia oral es todavía experimental y bastante lenta. En estudios previos, tuvieron que pasar hasta tres años para que los pacientes se convirtieran en insensibles a un alimento, por lo que, insensibilizarse a varios alimentos podría llevar décadas. Sin embargo, estos científicos de Stanford lograron desensibilizar con seguridad a pacientes a varios alérgenos alimentarios a la vez y acelerar la desensibilización al complementar la inmunoterapia oral con inyecciones de omalizumab.
En el estudio anterior, en el que los pacientes no recibieron omalizumab, 25 niños y adultos con alergias múltiples tomaban pequeñas dosis de sus alérgenos, hasta un máximo de cinco. La dosis total se dividió por igual entre los alérgenos de manera que cada sujeto recibió la misma cantidad total de proteínas de los alimentos, sin importar el número de alimentos a los que estaban siendo insensibilizados.
Los investigadores monitorearon la seguridad del tratamiento, teniendo en cuenta algunas de las reacciones alérgicas leves, como picor en la boca, y un pequeño número de reacciones graves, que fueron tratadas con epinefrina. La dosis de alimentos se incrementó gradualmente hasta que los sujetos podían comer cuatro gramos de cada proteína de alimentos o hasta 20 gramos de las proteínas de los alimentos alergénicos en total, sin experimentar una reacción. Esto ocurrió tras 85 semanas desde el comienzo de la ingesta de dosis de comida.
En la segunda y más reciente investigación, 25 niños y adultos con múltiples alergias a alimentos se sometieron a un protocolo similar, pero con un añadido. Ocho semanas antes de comenzar la ingesta de los alérgenos alimentarios, los pacientes comenzaron a recibir inyecciones de omalizumab, un medicamento que reduce la actividad de las moléculas de IgE del cuerpo, los anticuerpos involucrados en las respuestas alérgicas, y que se había demostrado en un estudio previo de Stanford que acelera el éxito de la inmunoterapia oral para niños con alergia a la leche.
Los pacientes que tomaron omalizumab toleraron dosis iniciales más grandes de los alérgenos que los que no fueron tratados con omalizumab y la desensibilización progresó más rápido. El fármaco se suspendió después de ocho semanas de la inmunoterapia oral pero la interrupción no se asoció con reacciones alérgicas adicionales. Los pacientes continuaron el consumo de alimentos en polvo hasta que podían comer de forma segura cuatro gramos de cada proteína de alimentos, algo que sucedió 18 semanas después de que comenzaran a tomar dosis de comida.
«Es eficiente», sentencia Philippe Bégin, científico visitante en Stanford y autor principal del artículo. «Es emocionante que tal vez podamos tener un tratamiento que sea realmente factible a gran escala. Sin embargo, será necesario realizar más pruebas en estudios aleatorios, ciegos y controlados en fase 2 antes de que esté listo este tratamiento para su uso clínico generalizado», advierte.
Muchos de los sujetos del estudio tenían más de cinco alergias a los alimentos, el número máximo tratado. No obstante, los investigadores vieron algo curioso: algunas personas con alergias a las nueces fueron insensibles a los frutos secos relacionados a los que también eran alérgicos pero que no estaban incluidos en su inmunoterapia.
«Vimos este efecto de espectador en un 60 por ciento de los pacientes, en los que, por ejemplo, dimos a alguien polvo nuez de pecán y esa persona se volvió también insensible a la nuez de nogal», señala Nadeau, quien también es miembro del Instituto de Investigación de Salud Infantil en Stanford. «En el futuro, vamos a tratar de entender por qué algunas personas tienen ese efecto espectador durante los ensayos clínicos y otras no».