Las Ruinas consisten en recintos construidos escalonándose sobre el filo, a partir de un campo ceremonial de forma rectangular, de 40 metros de ancho por 60 metros de largo denominado en el lenguaje incaico “Kalasasaya”.
La obra impresiona por el tamaño de la superficie y la calidad del trabajo realizado con piedras lajas de color grisáceo. Las pircas tienen una altura de un metro y se observan los destrozos realizados por el paso del tiempo y la acción de guanacos y otros mamíferos. Hacia el este, a través de un camino construido con piedras lajas, se accede hacia otro grupos de recintos y luego el camino continúa ascendiendo, ya hacia el oeste, en busca del Portezuelo de Los Campos Colorados que tiene casi la misma altura de las ruinas. Luego de traspasarlo, el camino desciende en dirección de Ampajango.
Es evidente que los hombres del incaico construyeron el pueblo para establecer relaciones con los hombres del llano, y en ese lugar, por cuanto permite una visión abierta de la zona donde nace el sol. Estas ruinas, por su técnica constructiva, tienen relación directa con las ruinas de la antigua Fortaleza del Campo Pucará, en el Valle de Las Estancias. Estas poblaciones fueron desocupadas por la mitad del siglo XVII, al terminar la segunda guerra calchaquí. Los conquistadores españoles realizaron cabalgatas para erradicar la población indígena y ubicarlas en las encomiendas del bajo tucumano donde las obligaban a trabajar en la agricultura. Los estudios realizados demuestran que las ruinas representan el extremo sud del imperio incaico.
UBICACIÓN
Fuente: ENTE TUCUMÁN TURISMO