Los besos frecuentes hacen que, gracias a las secreciones hormonales, nuestras defensas naturales aumenten y se fortalezca nuestro sistema inmunológico. De esta manera estamos previniendo todo tipo de enfermedades. Por ejemplo, un estudio revela que las personas que besan con más regularidad a su pareja son menos propensas a sufrir infecciones.
Además, está demostrado que durante los besos nuestra saliva segrega una especie de ‘antibiótico’ natural. Por el contrario, varios estudios han relacionado la falta de afectividad con el desarrollo de enfermedades y trastornos.