Aunque el Alzheimer todavía no tiene cura, mantener el cerebro activo puede alargar el tiempo sin síntomas y disminuir las chances de desarrollarlos. Con motivo del Día del Alzheimer, el 21 de septiembre, AMNSAT le recuerda aspectos importantes de la enfermedad.
El Alzheimer no hace distinción de sexo, grupo social ni lugar geográfico. Afecta aproximadamente a una de cada ocho personas mayores de 65 años y la tendencia es que siga en ascenso. De hecho, en Latinoamérica se estima que para 2050 el número de casos pueda quintuplicarse. ¿El factor de riesgo más importante para padecer esta enfermedad? La edad. Con el aumento de la expectativa de vida en el mundo, el Alzheimer se ha transformado en un reto para la salud pública. Sin embargo, cultivar una vida sana y mantener el cerebro activo podrían ser claves para alargar la aparición de los primeros síntomas.
Cómo se diagnostica el Alzheimer
El Alzheimer es la demencia más frecuente. Representa entre un 50% a 70% de los casos en personas mayores de 65 años, seguido de la demencia de cuerpos de Lewy y la demencia vascular. Es una enfermedad de la cual no se conoce a ciencia cierta la causa pero está asociada a la presencia de lesiones típicas: ovillos neurofibrilares de proteína Tau y placas seniles de beta-amiloide. Las personas que padecen esa dolencia presentan una mayor cantidad de estas lesiones en sus cerebros dañando progresivamente las neuronas.
Es cierto que casi todos experimentamos olvidos y distracciones crecientes a medida que envejecemos, pero la frecuencia y la intensidad de esos deslices juegan un papel fundamental a la hora de distinguir la pérdida de memoria del envejecimiento normal del Alzheimer.
«Habitualmente, son olvidos pasajeros y de detalles. No es lo mismo olvidar el nombre del actor de la película que uno vio el fin de semana que no recordar haber ido al cine el fin de semana», ilustra Pablo Richly, jefe de la Clínica de Memoria del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) de Argentina. «Una persona sana de 80 años puede hacer una vida normal, trabajar, viajar, aprender un idioma, ir a la facultad, ser independiente. No está afectado su desempeño a menos que tenga una enfermedad». Pero cuando alguien empieza a tener dificultad es que debe sospechar que algo está pasando en su cerebro.
«Cuando eso empieza a afectar la vida cotidiana recién ahí se empieza a hablar de demencia. Uno tiene que saber: los problemas de memoria se pueden evaluar en un test cognitivo, ¿sí o no? ¿Afecta a mi vida cotidiana? De acuerdo a eso es como uno clasifica y divide cuál es el impacto y la posibilidad de que esto progrese a un problema más serio», aclara el médico.
Cerebro saludable, un gran aliado
Aprender un nuevo idioma ayuda a estimular el cerebro Foto: Thinkstock
Si bien el Alzheimer no puede ser evitado, el proceso de aparición de los primeros síntomas de demencia lleva entre 10 a 20 años. «Hay gente que va a tener la enfermedad en el cerebro pero nunca va a llegar a desarrollar los síntomas, es decir, no va a tener demencia», observa Richly. Aunque el Alzheimer todavía no tenga cura, mantener el cerebro saludable puede alargar ese tiempo sin síntomas y disminuir las chances de desarrollarlos.
¿Cómo mantener el cerebro saludable para defenderse contra el impacto de la enfermedad?
«Actividad física, una buena alimentación, mantener la mente en forma, siempre activa, dándole desafíos y novedades para que se desarrollen siempre nuevas conexiones, y hacer un control estricto clínico de la hipertensión, la diabetes, el colesterol, el tabaquismo, porque todo lo que afecta nuestras arterias afecta el cerebro», alerta Richly. Y mantener el cerebro activo quiere decir brindarle nuevos estímulos y no seguir haciendo las tediosas actividades que ya ejecutamos automáticamente.
«Se habla mucho de los rompecabezas y los sudokus, pero si siempre hago el mismo crucigrama durante 20 años en algún momento deja de ser estimulante para el cerebro», avisa el médico. Lo que sí es importante es desafío y novedad, hacer cosas nuevas y diferentes, «puede ser aprender un nuevo baile, un nuevo idioma, hacer un viaje, leer un nuevo libro, discutir las noticias del diario con un compañero».
La actividad social y recreativa también son vitales para estimular el cerebro, además de las técnicas específicas, como la estimulación cognitiva, que ya son desarrolladas de manera terapéuticas para mejorar la memoria en aquellos que ya tienen algún tipo de afectación, tengan o no demencia.
La sociedad no está preparada
El apoyo familiar es vital para la calidad de vida del pacienteFoto: Thinkstock
El primer caso de la enfermedad fue reportado públicamente por el psiquiatra alemán Alois Alzheimer en 1906, pero más de un siglo después las sociedades aún siguen sin saber cómo interactuar con sus pacientes, muchas veces relegándolos a la soledad de sus habitaciones en lugar de difundir conocimiento.
La escasez de información dentro de la propia comunidad científica es una señal de que nos queda un largo camino que recorrer. Una encuesta llevada a cabo por la Fundación INECO con 5 mil médicos de Latinoamérica reveló que un 60% refería tener conocimientos insuficientes sobre las demencias. «Hay un déficit en la formación de los profesionales de salud, principalmente en los médicos generalistas, que deberían ser el primer eslabón en la cadena de detección y tratamiento de la enfermedad», apunta Richly, agregando que, por ello, muchos pacientes tardan hasta llegar a un especialista.
Se puede y se debe intentar vivir bien pese a la demencia
Pablo Richlyjefe de la Clínica de Memoria de INECO
Por otro lado, la familia. A medida que la enfermedad avanza, el paciente va perdiendo la capacidad de razonar y tomar decisiones sobre su vida, por lo que siempre requiere la asistencia de quienes lo conocen y saben qué desea. Lo que le cuesta muchas veces a los familiares es interactuar con la persona y hacer frente al cambio de conducta que no es de ella, sino propio del Alzheimer, como la agresividad, la inquietud, la confusión, las dificultades de lenguaje y las acciones repetitivas.
Según el experto, lo que se debe buscar es un ambiente de cuidado y estimulación, siempre seguido de una rutina, pues «los cambios son muy estresantes y traen malestar a las personas que sufren Alzheimer». El cuidado de la salud y una vida recreativa, siempre adaptada a las condiciones del paciente, también contribuyen para su calidad de vida.
«Se debe llevar una vida plena en cada momento de la enfermedad. Se puede y se debe intentar vivir bien pese a la demencia», asegura el médico.